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Medellín: trazando rayas para excluir

María Clara Echeverría R. -  Arquitecta, Profesora Emérita - Miembro del Grupo de Investigación Escuela del Hábitat

28 de febrero de 2023

(…) Es la ley la que da origen a la anarquía al dibujar la línea que divide el interior del exterior. La anarquía no es una mera ausencia de ley; la anarquía surge con la supresión, la suspensión y el rechazo de la ley. La tentativa de universalidad de la ley sonaría a hueco, de no ser por la inclusión que la ley hace de lo excluido en virtud de su propia supresión. La ley jamás alcanzaría la universalidad sin su derecho de trazar el límite a su aplicación, creando del mismo modo una categoría universal de lo exento/excluido, así como el derecho a delimitar una «zona prohibida», proporcionando así el vertedero para los excluidos, reciclados como residuos humanos. (Zygmunt Bauman, en: Vidas Desperdiciadas. La modernidad y sus parias. p. 47-48).

plazaboteromcerEl Medellín de hoy, que lleva décadas enfrentando la segregación espacial, lleva también casi un mes[1] de estar sometida a la orden de la alcaldía de cerrar con vallas y policías la plaza Botero y los espacios colindantes al Museo de Antioquia; con lo cual se diferencian los ciudadanos “de bien”  admitidos cordialmente por los policías, de aquellos otros rechazados, observados con rigor y controlados. Tal hecho nos obliga a reflexionar sobre su significado.

Perder nuestra capacidad de asombro frente a la exclusión social y la segregación urbana, nos ha conducido a naturalizar rejas, mallas, muros, concertinas de guerra, cerramientos de calles y quebradas, portadas vigiladas e incluso con guardas armados, que limitan tanto el acceso físico como el visual en nuestras ciudades; tendencia que también se cierne sobre la ruralidad, incluso robándonos el paisaje. Marcado por las realidades así como por los fantasmas de la inseguridad, y por el imaginario de la exclusividad, aquella ha sido la respuesta desde la que se regulan los sentidos del espacio en nuestro territorio. ¿Qué ha habido tras ello? Entre otros móviles, mencionemos algunos ejemplos.

Controlar masas rebeldes. A principios de los 70, los estudiantes de dos Universidades públicas en Medellín: la U. Nacional de Colombia y la U. de Antioquia, habitábamos nuestros campus universitarios sin mallas y abiertos a cualquier ciudadano. Hacia mediados de dicha década se encierran los campus con altas mallas, originando protestas que nunca fueron atendidas, como lo evidencia la permanencia de sus mallas. Aunque los anales de la historia urbana dirían que el móvil era proteger a las universidades del caos externo, desde mi mirada, la razón no fue propiamente la inseguridad, sino mantener bajo control la presencia desbordada del estudiantado en las calles, cuya fuerza ocupaba los espacios urbanos. En momentos cruciales, se congregaban en los campus o salían marchas universitarias, y cuando la policía o el ejército los perseguía, ellos se desparramaban hacia el río, el centro o el cerro Volador. Aquellas mallas impuestas, clara y tajantemente dividían el mundo en dos categorías: los ciudadanos y los estudiantes, manteniendo a éstos últimos acorralados y bajo control. Desde tal imaginario, los estudiantes de las universidades públicas se catalogaron como amenaza para la ciudad y para el establecimiento; correspondiendo con el macartismo de la época, lo cual sigue vigente, aún con más fuerza, ante la polarización política que nos embarga.

Negar y protegerse del otro desde una doble moral. El Bosque de la Independencia, cerca de la U de A, cerrado desde principios del siglo pasado, se constituyó en una gran barrera urbana que limitaba tanto el acceso como las miradas, siendo imperceptible su riqueza natural. El móvil de entonces era proteger el Bosque de la degradada vida vecina de Lovaina, de los alrededores del cementerio de San Pedro y de otros usos más caóticos y populares. Su muro configuraba un extenso borde circular en medio de la ciudad y a su exterior se asentaban habitantes y actividades vecinales marginadas y rechazadas (no obstante el barrio Lovaina era apetecido por hombres denominados de alta sociedad que desde una doble moral, mientras desde lo institucional lo rechazaban desde sus cuerpos lo frecuentaban). Sólo en el 2005 que abrió con acceso libre al hoy Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe, resignificando su importancia y sentido como espacio público, vinculado al proyecto cultural del norte con el Parque Explora, el Planetario y el Parque de los Deseos.

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¿Los Macroproyectos de Vivienda Masiva  solucionan  los problemas de habitabilidad?

Un acercamiento a la experiencia de Medellín con Ciudadela Nuevo Occidente

Profesor Juan Carlos Ceballos Guerra

Medellín, septiembre de 2016

I. Una Ciudadela para una Ciudad Innovadora

En el año 2010 Medellín fue la sede de los IX juegos deportivos suramericanos. Uno de los recorridos con más afluencia de turistas fue hacia Ciudadela Nuevo Occidente en la periferia urbana, el lugar donde se estaba construyendo desde 2003 uno de los megaproyectos de vivienda de interés social más ambiciosos del país: la edificación de 23.000 unidades habitacionales en una vereda del corregimiento San Cristóbal.

CiudadelanuevoEn la recién construida urbanización Villa Suramericana de Nuevo Occidente se alojaron las delegaciones de los diferentes países que participaron en las competencias deportivas. El gran atractivo era que a la Ciudadela se iba en cable o teleférico. Las cabinas del Metrocable ascendían por encima de la ladera occidental, bajaban hacia la quebrada La Iguaná y los barrios ubicados en la ribera, y luego subían como en un columpio hasta encontrarse de frente con la Villa Suramericana en la estación La Aurora, última en el recorrido del Metrocable Línea J.

Las vallas publicitarias de las empresas inmobiliarias prometían que este sector sería “el nuevo horizonte de Medellín, la ciudad innovadora”. Decían que estaba localizado a 10 minutos de la 80, una de las principales avenidas que cruza la ciudad de norte a sur y es un importante corredor de servicios comerciales, financieros y educativos. En los anuncios, se mostraba a una familia compuesta por papá, mamá, niño y niña que sonreían sentados en una gran zona verde mirando en lontananza las montañas: una evocación de Horizontes, el óleo con el que Francisco Cano hizo imborrable la epopeya de la colonización antioqueña de comienzos del siglo XX.

Ciudadela: un modelo de vivienda masiva 

Desde hace varios años, Medellín es reconocida en el ámbito mundial como una ciudad innovadora en los sistemas de transporte masivo, en la organización y estética de sectores de renovación urbana habilitados como lugares de interés turístico, en la implementación de infraestructura de servicios de medicina especializada y como un centro internacional de la moda...

Descarga el artículo completo en el Repositorio Institucional UN

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¿Cómo responderle a Don Darío?

Palabras para iniciar el 2° Ciclo de conferencias del Centro de Pensamiento UN en Hábitat, Ciudad y Territorio: Paz y Posacuerdo

Profesor Luis Fernando González Escobar

Medellín, mayo 10 de 2016


Don Darío, quien es jubilado y trabaja en el transporte informal urbano, me pregunta mientras conduce, con angustia y temor, sobre qué pienso de las negociaciones de La Habana; si es cierto, como dicen, que de inmediato a la firma las FARC asumirán el poder; si es cierto, entonces, que el “castrochavismo” se implantará como forma de gobierno; si es cierto…y sigue así con una enumeración finita de lugares comunes, verdades a medias y frases calculadamente puestas a circular que desatan en él, como a muchos colombianos, dudas y miedos atávicos, como para ponerlos en alerta y en contra de cualquier negociación con las guerrillas.
No se trata de pensar qué ingenuo es Don Darío, ni dudar de su capacidad de entendimiento. Ni vociferar en contra de la maquiavélica estrategia propagandística de sectores de la derecha, interesadas en el fracaso de las negociaciones. Se trata de comprender y explicar la importancia de las negociaciones en medio de las incertidumbres presentes y el desprestigio evidente de las mismas negociaciones y del gobierno que las ha promovido. Son claras y manifiestas las erráticas decisiones políticas y económicas del gobierno; como soberbias e incomprensibles muchas de las acciones y declaraciones del grupo guerrillero, muy lejos de sus autopercepciones de héroes y redentores.

Cita Alejandro Reyes Posada, en una columna reciente, a Mary Kalder, profesora del London School, refiriéndose a lo que llaman “nuevas guerras”, caracterizadas y definidas como una combinación de violencia política, crimen organizado y violaciones masivas de derechos humanos contra la población1. Por tanto, lejos está para muchos sectores sociales y poblacionales de Colombia de ver a la guerrilla desde el ideal político y, por el contrario, las ven cercanas a las redes criminales; pero, sobre todo, con la memoria inmediata y el recuerdo fresco, de la sistemática y constantes violencias y violaciones que, de manera cínica, han pretendido y siguen sin reconocer. Todos tienen –tenemos- personas cercanas con el dolor del padre, la madre, hermanos, tíos, familiares, amigos, ya fuera secuestros, asesinados, extorsionados, intimidados, silenciados…

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