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Este emprendimiento agrícola empodera a campesinos mediante herramientas digitales y promueve la comercialización justa de sus productos.

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Yeslin Mayicel Benavides Hernández y Federico Toro Álvarez, estudiantes de la UNAL Medellín en la Copa Mundial Enactus 2025 (Foto cortesía).

Kimeru surgió con un propósito claro: que los pequeños agricultores no dependan de intermediarios para vender sus productos. A través de un chatbot en WhatsApp, la plataforma envía información importante sobre los precios del mercado, permitiendo que los productores negocien con confianza y sepan cuál es el valor justo de sus cosechas. Todo el sistema funciona de manera sencilla, sin necesidad de conexión a internet constante ni conocimientos avanzados de tecnología, lo que facilita su uso en zonas rurales.

Además, Kimeru realiza análisis de costos de producción, ayudando a calcular el precio mínimo al que se debe vender cada cultivo según la inversión realizada. “Así los agricultores saben cuánto vale realmente su trabajo y pueden evitar pérdidas”, explicó Yeslin Mayicel Benavides Hernández, estudiante de arquitectura; quien lidera este emprendimiento junto a Federico Toro, estudiante de ingeniería administrativa y Angie Aguilera, egresada de ingeniería forestal, de la UNAL Medellín, en colaboración con Luz Durango, estudiante de ingeniería de sistemas de la UPB.

Actualmente, Kimeru trabaja con la Cooperativa Integral de Productores de Hortalizas y frutas de Samaniego (Cooinprosam) y pronto iniciarán una colaboración con Coagro en el corregimiento Siete Vueltas de San Juan de Urabá (Antioquia), acompañando procesos de comercialización justa y fortalecimiento organizativo. El objetivo es que, antes de finalizar el año, los agricultores puedan realizar ventas directas a través del mismo chatbot, cerrando el ciclo de producción y comercialización desde sus territorios.

De Nariño a Bangkok: una idea que cruzó fronteras

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Foto grupal de los integrantes de Kimeru (Foto cortesía).

Kimeru es el fruto de una idea que nació de la urgencia presentada en casa de la familia Benavides Hernández, tras perder más de mil kilos de uchuva con la terminación abrupta de un convenio comercial. Una situación recurrente entre cultivadores y comerciantes, que revela la disparidad en la comercialización de los productos del campo colombiano.

Con el propósito de que los pequeños agricultores no dependan de intermediarios para vender sus productos, inició Benavides este proyecto de impacto social que en el proceso ha sumado integrantes y ha encontrado oportunidades hasta consolidarse como el emprendimiento social ganador de la Copa Nacional Enactus Colombia y de paso, un lugar en la Copa Mundial Enactus. 

Este evento internacional reúne a estudiantes universitarios, líderes empresariales y académicos de todo el mundo para presentar y reconocer proyectos de emprendimiento social desarrollados por los equipos Enactus de los 35 países donde la organización tiene presencia. La reciente versión se llevó a cabo del 26 al 28 de septiembre en Bangkok, Tailandia.

“Fue una experiencia transformadora. Compartir ideas con jóvenes de tantos países, ver cómo cada uno trabaja por un propósito, nos hizo entender que el emprendimiento social no es caridad, es una manera de construir futuro”, manifestó Benavides tras su segunda participación en ambos certámenes.

La Copa Mundial Enactus se divide en dos categorías: Ideación e Impacto. Kimeru ha participado en ambas.

Emprender con propósito

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Más que una plataforma tecnológica, Kimeru representa una forma de volver la mirada al territorio y reconocer la sabiduría del campo como fuente de innovación. Desde la Universidad Nacional de Colombia, este proyecto demuestra que la investigación y la tecnología pueden tener rostro humano cuando se ponen al servicio de las comunidades.

La historia de Benavides y su equipo es la de una generación que entiende el emprendimiento no solo como un negocio, sino como un acto de transformación social. Una apuesta por la justicia económica, la sostenibilidad y la esperanza rural.

“Invito a todos los jóvenes universitarios a que crean en el poder de sus emprendimientos, del poder de las ideas con propósito, de saber que no solamente se está haciendo un bien a la sociedad, sino que me estoy haciendo un bien a mí mismo, porque estoy construyendo un proyecto de vida con un propósito que me va a llevar a a explotar todas mis capacidades, a sentirme bien conmigo mismo, a conocer, a innovar y sobre todo a saber que todo lo que uno hace puede tener una recompensa si se hace desde el amor y con esa pasión que mueve el emprendimiento social”, concluyó Benavides.