Tres estudiantes de la Facultad de Arquitectura postularon sus trabajos de grado al concurso de menciones de honor de la Universidad Nacional sede Medellín y compiten por una distinción de honor a nivel interior como mejores trabajos de grado con las otras sedes de la Universidad Nacional en los programas de Arquitectura, Construcción y Artes Plásticas. Para lograr obtener estos reconocimientos, los estudiantes tuvieron que pasar por un proceso de selección en el cual los requerimientos fueron: conseguir como nota final cinco (5.0) en su tesis, seguidamente una carta de recomendación de un profesor , una copia digital de sus TDG, un resumen ejecutivo y como filtro final una evaluación por parte de un consejo de nueve profesores (tres docentes de cada una de las ramas a las que pertenecen las carreras de los estudiantes). En este último consejo, se recogen todas las solicitudes presentadas y se escogen los tres trabajos que competirán a nivel nacional por una distinción por parte de la Universidad Nacional. Daniel Marín Vanegas es egresado de la carrera de Construcción y en el semestre 2022-2 desarrolló la tesis titulada Metodología transdisciplinar de integración e implementación: una articulación de sistemas de conocimiento sobre el ambiente construido y el diseño de hábitat humano con su aplicación en educación y políticas públicas de vivienda social. La cual se encuentra enfocada hacia el área de hábitat humano, este proyecto investigativo trata la interdisciplina y la transdisciplina, los cuales forman parte de los pilares en los que se encuentran fundamentado el actual Plan de Acción de la Facultad: lo común y lo particular. Daniel desde su primer semestre fue un estudiante muy apasionado por la academia, las ciencias humanas, la filosofía de la ciencia y la tecnología, en su primer año se integró a un grupo de investigación llamado Grupo de pensamiento Contemporáneo que pertenece a Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad y es dirigido por el coordinador del doctorado en Ciencias Humanas, Jorge William Montoya Santamaría. Con el tiempo, Daniel comenzó a interesarse por el enfoque de hábitat de la Escuela, pues evidenció que esta perspectiva de la construcción no solo se limita a procesos constructivos, sino que también, tiene fundamentos en las humanidades y en el pensamiento complejo o rizomático. Así fue como Daniel comenzó a relacionar los conocimientos del grupo de investigación con los fundamentos vistos en la línea de hábitat de la carrera. Posteriormente, y a medida que Daniel avanzaba en sus estudios, se unió junto con otros dos compañeros para reestructurar el semillero de Ciencias de la Construcción y el Ambiente Construido. Utilizando esta metodología, comenzó a relacionar las ciencias ambientales y la construcción. “En este semillero estudiamos a fondo el concepto de hábitat, lo que permitió relacionarlo junto con las ciencias ambientales, la biología, el pensamiento complejo y la construcción” afirmó el estudiante en una entrevista realizada. Él resalta que ese tiempo que perteneció al semillero de Ciencias Sociales le brindó las bases para relacionar su conocimiento con la línea de hábitat, en especial, el enfoque de hábitat humano de la carrera de Construcción y así comenzar a elaborar su proyecto investigativo final. El aporte principal del trabajo de este estudiante está enfocado hacia la ecología humana, la cual, a diferencia de la ecología urbana que se ocupa de los procesos de ciudad; es decir, la ciudad como objeto científico de estudio. En cambio, la ecología humana trata tanto de la ciudad como de la ruralidad y la manera en que los seres humanos intervienen de manera tanto positiva como negativa un territorio, generando así lo que se conoce como un “ambiente construido”, es decir, todo sistema que es construido por el humano para su propio uso, esto incluye las vías, los edificios, los parques públicos que se pueden encontrar en las áreas citadinas, como también, en las áreas rurales. Daniel para el desarrollo de su trabajo de grado consultó, meticulosamente, gran parte de los profesores del área de Hábitat con el fin de que pudieran asesorar de la mejor manera y fue así como, gracias al trabajo conjunto, se llegó a una idea propia de investigación como lo es la “ecología humana” y específicamente el “hábitat humano”, conceptos innovadores y frescos que hasta el momento no se habían trabajado internamente en la Facultad y la Universidad Nacional. Varios profesores también intervinieron en la consecución de esta tesis universitaria, según Daniel, “ (…) Jhoana Vélez, me aportó mucho desde su clase de hábitat, desde allí comencé a preguntarme por los diseños de intervención de los hábitats, el cual podría decirse que es el tema central de mi trabajo. Otra profesora que también me ayudó mucho en mi proceso fue la profesora Gilda María Wolf Amaya y una de sus colegas que trabaja en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, con quienes en 2018 trabajamos en un proyecto transdisciplinar e interdisciplinar, de aquí principalmente fue que se extrajo la teoría epistémica que sustenta este trabajo de grado. Adicionalmente, un aporte muy importante fue el profesor Jorge Montoya quién gracias a sus conocimientos sobre filosofía de las tecnologías, y al unir todos estos aprendizajes, fue que pude desarrollar mi tesis de grado (...)”. El proceso de diseño de intervención de un territorio se descompone en cuatro momentos, como lo explica Daniel. Primero, se realizó un diagnóstico basándose la observación, para lo cual se debe estudiar sobre la realidad territorial y la realidad del hábitat que se piensa intervenir, luego, se realiza un diálogo con las comunidades locales y actores sociales, sobre las problemáticas evidenciadas en el paso anterior. Como tercer paso, se procede con la decisión, después del estudio y diálogo de las necesidades, en conjunto con los actores se define lo que se va a intervenir y/o cambiarse y, finalmente se llega al momento de cambio, en este punto se interviene aplicando la teoría de intervención que se desarrolló en este proyecto investigativo. Esta tesis espera tener repercusiones fuertes, específicamente a nivel local sobre la Ley 1537 de 2012 de nuestra Constitución Política. Esta ley regula las viviendas de interés social en el territorio y expresa a la vivienda como la unidad de estudio para evaluar los procesos y políticas públicas en el país que tuvieran relación con los proyectos de interés social. Según el trabajo realizado por Daniel, la unidad que debería utilizarse para estimar y evaluar los proyectos de solución habitacional, es el hábitat; pues este se compone más allá de lo que componen los límites de las viviendas, este incluye el equipamiento que tiene la vivienda, la estructura sobre la cual se encuentra edificada, las zonas verdes que rodean estos espacios y el nivel de urbanismo que se encuentra dispuesto en estas áreas. Otra repercusión de este proyecto investigativo se ha evidenciado en el tema educacional, pues se han implementado varios cursos pilotos, dictados en conjunto por Daniel y el profesor John Muñoz, los cuales han tenido buen recibimiento y apoyo por parte de los estudiantes; se espera que debido a su fortaleza y relevancia esto pueda dictarse como un curso con metodología transdisciplinar abierto para todos los estudiantes de los pregrados de la UnalMed. Isabela Coronado Magalhaes es una estudiante del pregrado de Arquitectura y presentó el semestre pasado la tesis de grado titulada Agroecología en la Construcción social del Hábitat: una experiencia participativa en Pinares de Oriente en Medellín, en la cual desarrolló un escenario de acción colectiva (autonomía, auto-organización, alter-organización) como determinantes para el diseño y manejo de un sistema agroecológico que estructuran el desarrollo del hábitat a través de la gestión participativa sobre las problemáticas ecológicas, sociales y alimentarias de la comunidad víctima del conflicto sociopolítico que emerge en el borde urbano-rural de la ciudad de Medellín, de Pinares de Oriente. A través de la modalidad de monografía como trabajo de grado, la Universidad se convierte en un medio para accionar desde los territorios que busca proponer soluciones a problemáticas de país. Mediante este enfoque, el trabajo construye con la comunidad un ciclo sistémico de producción alimentaria a través del ambiente construido. Una cocina comunitaria es el resultado final de la comprensión de las sinergias y flujos energéticos en la estructura del ecosistema de producción alimentario con impacto en la economía y morfogénesis del hábitat. La inquietud de esta estudiante por esta problemática de ciudad comenzó al ver la clase de Desplazamiento Forzado, la cual imparte el profesor Rafael Rueda, allí la metodología es la formulación de un trabajo investigativo. El trabajo con este profesor no terminó allí, pues Rafael acercó a Isabela a la comunidad de Pinares de Oriente, con quienes el profesor ya había trabajado antes en proyectos de agroecología mediante convocatorias de extensión solidaria en conjunto con la Universidad Nacional. Isabela también hizo parte de uno de los semilleros de la Escuela de Construcción llamado Licencias de la construcción y el ambiente construido y en conjunto con su coordinador el profesor Jhon Muñoz y con la ayuda del profesor Rafael comenzó la elaboración de esta tesis de grado. Llegados a este punto, Isabela junto a la comunidad comienzan a evaluar la manera en la que se daban los procesos de producción alimentaria con la estructuración de los ambientes construidos y el sentido holístico que se generaba a partir de la comunidad y la manera en que estas personas interactúan con la tierra. Como punto de partida se elaboró un diagnóstico sobre la forma en que estas mujeres desplazadas y azotadas por la violencia se transforman en las cabezas de sus hogares y ellas toman el liderazgo de sus familias. Luego de esto, se implementó una metodología en dónde se tuviera un ciclo energético cerrado de producción de alimentos y se identificaron unas zonas claves en el barrio para poder realizar tareas varias como: compostaje, correcta separación de residuos; generando así un sustento económico y también un espacio de intercambio de plántulas y semillas donde se hiciera de una manera colectiva. Teniendo en cuenta estos puntos anteriores, Isabela propuso desde su perspectiva la construcción de una cocina comunitaria que les permitiera aprovechar estos recursos que iban acumulando para darles un nuevo uso en la cocina. Se realizó un levantamiento de los materiales y la gestión de un lote para ubicar dicha cocina. Este proceso de arquitectura participativa tuvo un impacto significativo en esta comunidad pues se aplicó tanto la transdisciplinaridad y la interdisciplinariedad de la arquitectura a un problema cotidiano y que aqueja tanto al país como lo es el hambre, el desplazamiento y la violencia al incluir a estas mujeres como engranaje principal de este ejercicio investigativo. Daniela Arteaga Marín es la estudiante que postuló su investigación a la Escuela de Artes Plásticas, su tesis se tituló ¡Qué Yugo! Para Daniela, este trabajo parte de una necesidad urgente de hablar acerca de una problemática familiar que le genera una profunda inconformidad, ya que, para la estudiante, las mujeres en su entorno familiar y social han sido relegadas y limitadas a cumplir con responsabilidades domésticas, situaciones que han desencadenado episodios de violencia física, simbólica o económica consecuencia de un machismo estructural que atraviesa las relaciones familiares. Su trabajo se dió principalmente en dos municipios de Antioquia: Medellín y San Luis. Territorios que tienen importancia, pues contienen su historia familiar y personal, además de que su familia construyó parte del casco urbano del municipio, su historia familiar se encuentra albergada en estos dos sitios. También, todas las mujeres mayores de su familia fueron criadas en el pueblito y con el tiempo crecieron, formaron sus hogares y emigraron hacia Medellín. Gracias a este proyecto investigativo e interactivo, Daniela ha generado encuentros de conversación, escucha, reflexión y creación con sus primas, tías, tías abuelas, primas abuelas, madre y abuela, esta última fue la figura esencial para realizar este trabajo. La abuela, además de encabezar la primera generación, parece ser el origen de una descendencia en dónde la mujer debía someterse y dedicarse enteramente a su marido, y como se trataba de un comportamiento normalizado, este fue heredado a las demás mujeres de la familia en torno a ella. El proceso de su tesis funcionó como un método de unión, reconciliador y sanador en las mujeres de su familia, pues evidenció que aunque cada una tenía sus vidas y su historia aparte, había una conexión especial entre todas estas mujeres que veían en este ejercicio un espacio en el cual escabullirse de su cotidianidad y comenzar a cuestionarse por las problemáticas que se han derivado a través de las prácticas machistas generacionales en su familia. Para elaborar su proceso, Daniela comenzó a programar encuentros con estas mujeres a la hora del algo, pues les permitía reunirse y charlar alrededor de la comida. Entre estos encuentros, la costura comenzó a protagonizar un elemento clave que Daniela describe como “(...) un modo de transmisión de emociones y si se hace de forma colectiva, fomenta el diálogo y la interacción con el otro (...)”. En el inicio del ejercicio, la estudiante decidió entregar a cada una de las participantes un trozo de tela de cortina; a manera de individual, para que en ella, cada una bordara un set de seis casas, dibujándolas a manera de planta arquitectónica como una traducción de su memoria, entendiendo la casa como un espacio que ha presenciado su cotidianidad y las violencias que han vivido cada una de ellas. De este modo, y como acto colaborativo entre todas comenzaron a bordar las casas de todas, haciendo consciente lo vivido en esos lugares y ayudando una a la otra a transformar el recuerdo de esos espacios.En este sentido, la casa se torna en vez de un refugio, un espacio en el que estas mujeres se encuentran sometidas. Habiendo creado estas piezas con trozos de tela, en un posterior encuentro a la hora del almuerzo, surgió la idea de unirlas y realizar una colcha de retazos, para unir sus historias, las casas de cada una y conectarlas con las casas de las otras, este gran trozo de tela lo comenzaron a utilizar a manera de una manta de pícnic, en donde se realizaron algunos encuentros posteriores. La siguiente etapa del proyecto se desplazó hacia el municipio de San Luis, pues allí se encuentra gran parte de la historia familiar de Daniela. En su testimonio cuenta que dos historias que su abuela le relató fueron los motivantes para realizar esta parte del proceso allí. La primera historia es sobre su tatarabuela, quien vendía hojas de corazón para envolver alimentos, con el dinero recolectado crió a sus hijos y construyó algunas de las primeras casas que se hicieron en San Luis; lo que la hizo ser parte de las fundadores del pueblo. La segunda historia es sobre su bisabuela, quien era dueña de las casas de una cuadra completa en la calle la esperanza de San Luis. Pero, al verse sin dinero para criar a sus hijos, empezó a vender de a poco cada una de sus casas. El proceso en San Luis, también constó de dos ejercicios: el primero de ellos llamado “Recoger la historia” el cual consistió en disponer una tela en el suelo que abarcara toda la cuadra que pertenecía a mi bisabuela, luego, con la compañía de su abuela, recoger la tela y mientras recorríamos la cuadra, ella me iba contando anécdotas que recordaba de cada una de esas casas. La intencionalidad de esta acción fue recoger simbólicamente la memoria de ese espacio en una canasta forrada con hojas de corazón, hojas que hacen alusión al sustento de nuestras raíces; la segunda acción se denominó “Abrazar la historia”, este comenzó luego de recoger la historia, Daniela unió la tela a través de la costura, formando un tendido-abrigo. Luego, caminó con su abuela al centro del pueblo y se abrigaron con el tendido. La intencionalidad de esta acción fue abrazar su camino,sus antepasados, su memoria. Daniela se conectó a ella, se abrigó en ese tendido, así como su madre y abuela la abrigaron a ella, a su familia. Refugiarse con su abuela en ese tendido le hizo reconocerse/sentirse como parte de esa historia, sentir refugio en ellas y en los pasos que juntas han dado. El último momento del proyecto se llevó a cabo mediante una exhibición desarrollada en la Casa de Cultura de San Luis, en el que todas las participantes del proyecto pudieran compartir juntas el peso de la historia, medirse esa historia, no cargarla individualmente, sino en colectivo, ser soporte una para la otra, ponerse esa historia encima y alivianar el peso al estarla llevando juntas. Para esto, Daniela y su familia realizaron un performance en donde se vistieron con una falda-mantel colectiva - hecha con 20 metros de tela - formando un círculo y cantando la canción ‘El zorzal’. Su abuela, que es la persona que encabeza la primera generación, vivía sometida al machismo estructural que atraviesa su familia. En el performance es su abuela quien abre el círculo con su voz, y Daniela, que es la menor de la tercera generación del sometimiento, cierra el círculo, uniendose a las voces de todas. Como se indicó en párrafos anteriores, las mujeres de su familia, han estado en constante búsqueda de un espacio seguro donde habitar, lo que hace que haya algo del “zorzal” en todas ellas. Así mismo, esta acción tiene la intención de regenerar la raíz, es decir; la raíz de estas tres generaciones es la abuela. Sanar a la abuela, sanar la raíz, es sanarse ellas mismas, es regenerar su propia historia. Desde la Facultad de Arquitectura agradecemos a todos aquellos estudiantes que se postularon a esta convocatoria de menciones de honor a mejores trabajos de grado, e invitamos a los estudiantes próximos a comenzar a realizar este proceso, a darles un vistazo a estos y la inmensa cantidad de investigaciones que se encuentran en el repositorio web de la Facultad, al cual pueden ingresar haciendo clic en el siguiente link https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/75482 . Resolución N° 11 de 2023 - Ganadores de la versión XXXII del Concurso Mejores Trabajos de Grado de pregrado de la Universidad Nacional de Colombia. |