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Memoria y Resignificación es el título del proyecto desarrollado por las artistas en formación Alejandra Castillo y Ángela Toloza en el marco de Taller II, asignatura del pregrado en Artes Plásticas dictada por el docente Jorge Marín. Con su orientación, las estudiantes exploraron el concepto de colección y su relación con la memoria y las luchas sociales en la comuna 13 de Medellín, a través de los archivos familiares de las víctimas del conflicto armado, en particular de aquellas cuyos seres queridos desaparecieron durante la Operación Orión en 2002.

Sobre el enfoque del proyecto, Castillo y Toloza coincidieron en que “quisimos enfocarnos mucho en el hecho familiar, no tanto en la operación o en las víctimas, sino en lo que hubo antes, para recordar a las víctimas como las personas que eran: de una casa y de una familia”.

La idea del proyecto surgió mientras ambas exploraban los álbumes que sus madres conservan como tesoros invaluables de los acontecimientos familiares capturados en fotografías. Esta experiencia suscitó reflexiones sobre la memoria contenida en estos archivos, muchas veces silenciada por la carga emocional que conllevan.

“Los procesos reflexivos abordaron preguntas como: ¿qué nos lleva a coleccionar?, ¿cómo decidimos qué se colecciona y qué no?, ¿qué distingue una colección de una acumulación?, ¿qué características debe tener un objeto que se colecciona?, ¿qué puede ser una anti-colección? Estas cuestiones desembocaron en procesos plásticos que, desde la materialidad de los objetos y sus posibilidades de transformación y diálogo, buscaron establecer relaciones tanto a nivel personal como colectivo”, explicó el profesor Marín.

A este proceso se sumaron cuestionamientos sobre los vínculos afectivos que se tejen en torno a los objetos coleccionados, la construcción de imaginarios a partir de ellos y el cuerpo como contenedor de memoria. Estos planteamientos, junto con ejercicios de observación, escritura creativa y experimentación con la materia, propuestos en clase, nutrieron la investigación y el desarrollo del proyecto.

Reconstruyendo la memoria colectiva

"En un territorio en guerra, la memoria se convierte en un acto de resistencia, una herramienta para combatir la impunidad y construir un futuro en paz. Esta no es, ni será, estática; se construye y reconstruye constantemente. Y la suma de estos actos será clave para la construcción de la verdad, la justicia y la reconciliación", escribieron Castillo y Toloza en el manifiesto resultante de este primer ejercicio. Dicho manifiesto forma parte de una serie de actividades diseñadas para desarrollar con los colectivos femeninos de la comuna 13, en el marco del proyecto.

Las artistas en formación también destacaron la importancia de definir el enfoque social de su trabajo con el archivo y la memoria, en relación con la coyuntura vivida en Medellín a inicios de año. Esto, a raíz de la polémica generada por el mural Las cuchas tienen razón, pintado en una avenida de la ciudad y borrado pocos días después por la administración municipal, lo que evidenció la disputa por la memoria y el espacio público. La obra aludía a los hallazgos de restos humanos en La Escombrera—uno de los principales sitios de búsqueda de desaparecidos en la comuna 13, denunciado durante años por actores sociales—, generando un debate sobre las narrativas oficiales y las voces que intentan ser acalladas.

Durante su proceso de investigación, Castillo y Toloza encontraron en asociaciones y colectivos de mujeres víctimas del conflicto armado una oportunidad para profundizar en el tema. A través del diálogo con ellas, esperan desarrollar actividades en torno al archivo familiar, con el propósito de visibilizar el impacto de la desaparición forzada en la intimidad del hogar, más allá de las cifras y los discursos oficiales.

“Las preguntas y reflexiones que Alejandra Castillo y Ángela Toloza construyeron alrededor de la imagen fotográfica y las luchas sociales las llevaron a entender el álbum familiar no solo como un contenedor de recuerdos, sino como un constructo de memoria colectiva. Un archivo capaz de potenciar el diálogo, contribuir a la construcción de verdad y restituir la dignidad de una comunidad. Un proyecto que apenas comienza, pero que destaca por su relevancia en el contexto nacional”, concluyó el profesor Marín.

El manifiesto se encuentra en una de las paredes del Bloque 25 del Campus El Volador, como resultado de una intervención espontánea liderada por las estudiantes Castillo y Toloza junto con sus compañeros de clase al finalizar el semestre 2024-2.