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De izquierda a derecha: Ader García Cardona, decano de la Facultad de Arquitectura; Juan Torres Madrigal, vicedecano de investigación y extensión; Jesús Damaso, habitante del pueblo Magüta e invitado especial a la exposición Pulsos del Agua; Fernando Escobar Neira, integrante del equipo curatorial de la exposición; y Luis Múnera Naranjo, vicedecano académico.

Muchos siglos atrás, cuando en el mundo solo existían el cielo y la tierra, vivían Yoi y su hermano menor, Ipi, rodeados de muchos animales y muchas plantas. Reinaba la oscuridad, pues un árbol inmenso, una lupuna (ceiba), lo cubría todo.

Un día, Yoi decidió poner orden en ese caos. Invitó a su hermano Ipi —flojo y pícaro— a recoger frutas en el bosque y conversar con los animales (en esa época, se podía entender el lenguaje de los animales). Una vez reunidos todos, Yoi les propuso derribar la ceiba. La idea fue acogida con entusiasmo, y comenzaron a picotearla, aserrarla, cortarla, golpearla... pero el árbol seguía en pie.

Entonces Yoi pidió a una ardilla subir hasta la copa. Allí descubrió que el árbol se mantenía en pie porque un oso perezoso lo sostenía: con las manos se aferraba al cielo, y con las patas, a la copa.

Yoi le pidió a la ardilla darle ají muy picante al oso, pero este no soltó el árbol. Luego intentaron con majiñas, una especie de hormigas muy bravas, cuya mordedura es extremadamente dolorosa. Al sentirlas, el oso soltó la ceiba.

La ceiba cayó. De su tronco brotó el agua que formó el gran río Amazonas —nombrado así por el explorador español Francisco de Orellana entre 1541 y 1542—. De sus ramas nacieron ríos pequeños, lagunas, quebradas y peces de todas las especies.

Otro día, Yoi pensó que era necesario crear seres con quienes compartir la belleza del Amazonas. Entonces le dijo a Ipi:

“Voy a aprovechar esta quebrada (una de las tantas que conforman el gran río) para pescar”.

Tomó una vara y comenzó la pesca. De ella sacó cientos de peces que, al caer a tierra, se transformaron en humanos. Así surgieron los pueblos anfibios, habitantes de las orillas del Amazonas desde tiempos remotos.

Entre estas comunidades destaca el pueblo Magüta, ubicado en La Playa, situada en la isla de la Fantasía, frente a Leticia, en la región amazónica que limita al este con Brasil y al suroeste con Perú. Sus saberes, tradiciones y modos de vida giran en torno a la pesca y la agricultura, principales actividades económicas de la región hasta la irrupción —cada vez más violenta— de otras economías legales e ilegales como la minería, la extracción de madera, la ganadería y la pesca intensiva. Todas estas prácticas amenazan a las comunidades anfibias que históricamente han habitado las riberas del río.

“El pueblo Magüta siempre ha vivido a orillas de lagos y quebradas, porque allí hay alimentación, refugio y pepiaderos: lugares importantes donde los animales recolectan semillas de palmas y árboles, que son fuente de alimento. Además, son espacios de conexión entre humanos, animales y plantas”, explicó Jesús Damaso, pescador, agricultor, artista y miembro de la Escuela de Pesca TiKa.

Esta escuela, ubicada en Leticia, es una iniciativa comunitaria que busca preservar las prácticas tradicionales de pesca de las comunidades indígenas Tikuna (a la que pertenece Damaso), Cocama y Yagua. Liderada por la Organización de Pescadores Artesanales de Yahuarcaca – TIKA, integrada por siete comunidades que habitan alrededor de la quebrada Yahuarcaca y varios lagos.

Damaso es, además, coinvestigador del proyecto Pulsos del Agua, motivo por el cual fue invitado esta semana por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, a compartir sus conocimientos a través de una visita guiada a la exposición y un taller de dibujo botánico de especies nativas del Amazonas. Ambas actividades académicas se desarrollaron en el marco de la muestra, los días 27 y 28 de mayo de este año.

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Imágenes de la visitada guiada de la exposición Pulsos del Agua a cargo de Jesús Damaso.

Un acercamiento a la Leticia anfibia

Pulsos del Agua es el resultado del proyecto ganador de la Convocatoria Nacional para el Fomento de Alianzas Estratégicas Interdisciplinarias 2022–2024. Esta iniciativa de investigación-creación establece un diálogo de saberes entre el conocimiento científico, sensible, local y ancestral. Aborda los pulsos del río Amazonas y su interacción con los ecosistemas anfibios y las sociedades humanas desde una perspectiva múltiple e interdisciplinaria.

Las experiencias derivadas del trabajo de campo, la documentación, la experimentación, la creación y el intercambio entre diversos agentes comenzaron en 2023. Todos estos procesos se integran en esta exposición, donde el diálogo interdisciplinario entre las artes, el hábitat, el diseño, la arquitectura, los estudios amazónicos y la biología ha permitido avanzar en la comprensión de las cualidades anfibias del territorio.

La curaduría está a cargo de los profesores Angélica González, Nelson Vergara, María Arteaga y Fernando Escobar. Participan profesionales de distintas áreas del conocimiento que, mediante la investigación-creación, promueven un diálogo entre comunidades locales —tradicionales y ancestrales— y la comunidad académica de la Universidad Nacional de Colombia.

La exposición es organizada por la Facultad de Artes y la Escuela de Artes Plásticas, Sede Bogotá, la Facultad de Arquitectura y la Escuela de Artes, Sede Medellín, el Instituto Amazónico de Investigación-Imani, el Laboratorio de manejo y gestión de humedales, Sede Amazonia, Sala U, Sede Medellín y el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother.

El conjunto de la exposición presenta los resultados de un proceso en desarrollo. Busca contribuir a la visibilización estratégica de los procesos naturales y culturales, las dinámicas del río, los modos de vida y los saberes de los pobladores —originarios o no— que se han integrado a los ciclos del agua. A través de sus prácticas, estas comunidades aportan a la conservación del ecosistema amazónico, reconocido como el pulmón del mundo y un agente clave en la lucha contra el cambio climático.

La muestra invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar los ecosistemas anfibios y reconocer el valor de los saberes territoriales en la defensa del Amazonas.

El Amazonas: el río que se seca cada día más

La disminución progresiva del cauce del Amazonas no solo afecta al ecosistema mundial, sino también a las comunidades locales que dependen de él. Es consecuencia de prácticas irresponsables que deterioran el medio ambiente y amenazan las fuentes de vida. Según datos del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), en septiembre de 2024, los niveles del río cayeron hasta 11 metros por debajo de lo habitual, con una reducción del caudal de hasta el 82% en comparación con abril del mismo año.

Este descenso en los niveles del río ha sido atribuido principalmente a una prolongada sequía asociada al fenómeno de El Niño y al cambio climático. La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) informó que la lámina de agua en el río Amazonas en Colombia disminuyó entre un 80% y un 90% en los últimos tres meses de 2024, afectando gravemente la navegación y el acceso a recursos esenciales para las comunidades ribereñas.

“Desde los años 70 no se veían estos grandes cambios que ahora ocurren en la Amazonía colombiana”, manifestó Damaso. “Con el tiempo, el río ha comenzado a sedimentarse, lo que ha provocado la aparición de nuevas islas”, agregó.

También explicó que la contaminación provocada por la minería ilegal, los residuos no aprovechables y otras fuentes deteriora la potabilidad del agua y afecta a los peces de los cuales dependen. “Antes, las quebradas estaban limpias. Uno podía beber de ellas sin enfermarse”.

Pulsos del Agua: un proyecto en defensa del territorio y los saberes de los pueblos anfibios

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Imágenes del taller de dibujo botánico de especies nativas del Amazonas a cargo de Jesús Damaso.

Jesús Damaso es uno de los tantos líderes comprometidos con la preservación de los recursos naturales y de los saberes de su pueblo. A través de iniciativas que integran la pesca, la agricultura, la educación y el arte, busca generar conciencia ambiental. Este liderazgo es respaldado por diversos actores y organizaciones no gubernamentales que apuestan por la conservación.

“La idea es que los jóvenes —especialmente— conozcan y se apropien de estas tradiciones, de esos saberes, de su identidad, incluso de su relación con el agua, porque se ha ido perdiendo el amor por el territorio”, expresó Damaso.

Por ahora, el proyecto Pulsos del Agua aporta a esa labor iniciada por el dios Yoi y que Damaso continúa: preservar y difundir los saberes de su comunidad para que, en el futuro, las nuevas generaciones puedan seguir disfrutando de las bondades del río. Ese que un día surgió de una enorme ceiba y hoy agoniza, pero se resiste a desaparecer.

Conoce más sobre la exposición Pulsos del Agua en @Salau_unalmed.