Cristian Jair Pinta es un arquitecto que explora la identidad y transformación social en el ejercicio de su profesión. En la sexta Bienal Colombiana de Estudiantes de Arquitectura 2024, celebrada el pasado 27 de septiembre en Cartagena, Cristian Jair Pinta Alfonso recibió una mención honorífica por su proyecto de investigación "Grafías Espaciales: Huellas de una Antiarquitectura" dirigido por el profesor Augusto Solórzano Ariza de la Escuela de Artes. Este trabajo ofrece una reflexión sobre las huellas que hacemos al habitar el espacio, presentes en los objetos y cómo estas contribuyen a concebir a situarnos dentro de un entorno propio, generando interés entre varias personas de diferentes disciplinas que han tenido la oportunidad de leerlo. Pinta es egresado del pregrado en Arquitectura de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Actualmente cursa el segundo semestre de la especialización en Planeación Urbano-Regional y trabaja desde hace seis meses como auxiliar administrativo en el Doctorado en Estudios Urbanos y Territoriales. Destaca de su puesto la oportunidad de acercarse a temas desconocidos y de compartir conocimientos con profesores y estudiantes del doctorado. Además de trabajar y estudiar, este joven arquitecto forma parte del semillero "Gráficas Expandidas" de la Escuela de Artes de su facultad y colabora en proyectos externos a la universidad, donde, desde su sensibilidad artística y su compromiso crítico y social, se esfuerza por contribuir a la transformación cultural de la ciudad. Cristian ha estado vinculado a un colectivo de grabadores en Bello desde antes de ingresar a la universidad, también fue parte de una banda de punk y es un apasionado de la literatura, otra de las muchas expresiones artísticas que alimentan su curiosidad. Todo esto se refleja en su trabajo como arquitecto, por lo que sus proyectos incorporan técnicas propias de las artes plásticas, como el grabado, el dibujo y la fotografía. “A lo largo de mi vida, siempre he estado dibujando. Era mi manera de relacionarme con el mundo”, comenta al respecto. EL INICIO DE ESTE VIAJE “Viajar puede servir para mucho o para nada. Eso depende de cómo y por qué se viaje”. Así escribió José Alejandro Adamuz en Una vida posible, el último libro que Pinta recuerda haber leído, y que explora un tema fascinante: la experiencia de viajar. Pinta conoce esta experiencia gracias a los traslados laborales de su padre, que llevaron a su familia a recorrer varios municipios del país. Al respecto, Pinta manifiesta que “siempre ha estado presente esta idea de conocer lo desconocido, y creo que una de las formas de hacerlo es a través del viaje”. Había que aprender a viajar con lo esencial cada vez que su padre debía trasladarse de un municipio a otro significó dejar atrás amistades, paisajes y fragmentos de su vida. Esta realidad creó en él una noción de desprendimiento, fundamental para todo viajero. “Me gusta acercarme a lo desconocido a través de la excusa de viajar, ya sea por la palabra, la experiencia sensitiva o la exploración de un nuevo territorio”. Entre los municipios que visitó gracias a su padre se encuentran Bogotá, Chiquinquirá, Palmira, Cali, Santa Fe de Antioquia, Yolombó y Bello, donde vivió hasta el año pasado. Actualmente reside en el centro de Medellín. Pinta es oriundo de Chachagüí, un municipio de Pasto. Es el menor de tres hermanos; uno de ellos es músico. Su padre trabaja como operario de maquinaria pesada en la construcción de infraestructura vial, y su madre realizó estudios en diseño de modas, a quien le debe el hábito de la lectura. ![]() MEZCLAR EL ARTE Y LA ARQUITECTURA Desde la escuela, Pinta mostró habilidades para el dibujo. A lo largo de su vida, ha utilizado esta habilidad para generar ingresos, avanzar en su carrera y trabajar en beneficio de los demás. Desde pequeño, tenía claro que quería ser artista. Sin embargo, en décimo de bachillerato, conoció a tres profesores que sembraron dudas en él. “Estaba indeciso entre estudiar artes, humanidades e ingeniería”, recuerda. Tras conversar con ellos, llegó a la conclusión de que la arquitectura reunía estas tres características. Este hallazgo fue suficiente para trazar un plan que lo llevó a la Universidad Nacional de Colombia, el lugar donde sus sueños han encontrado un hogar. “Me imagino la universidad como una mano que llega para ayudar, comprender, ser compasiva, llevar conocimiento y liderar procesos. Una mano que uno necesita en algún momento para iniciar”, afirma sobre el significado de su alma mater. Gracias a esta oportunidad, alimentada por sueños, habilidades y convicción, este joven humilde aspira a convertirse en un profesional capaz de agenciar procesos sobre los desafíos de la planeación y la cultura en ciudades como Medellín. Por ello, una vez concluya la especialización en Planeación Urbano-Regional, espera realizar una maestría en Estéticas Americanas en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En la Facultad de Arquitectura, Pinta encontró la oportunidad de cambiar su forma de vida y materializar sus sueños. Así, cuando reflexiona sobre lo que la Facultad significa en su vida, no duda en afirmar que “significa la posibilidad de soñar y de que todo es posible”. Agradecemos al arquitecto Cristian Jair Pinta Alfonso por dejarnos entrar un poco en su intimidad y compartir su experiencia profesional con la comunidad de la Facultad de Arquitectura. |